El verano no es precisamente el mejor momento para nuestras piernas. La circulación es algo más lenta con las altas temperaturas y eso acaba produciendo más sensación de cansancio y de pesadez. En el caso de las mujeres, los tacones tampoco ayudan aunque pensemos que las cuñas, tan veraniegas, son aliadas de la circulación: No.
Renunciar a los tacones o evitarlos en la medida de lo posible es una de las primeras armas para luchar contra las piernas casadas. Nada como unas sandalias o unas alpargatas para llevar los pies frescos y evitar acumular cansancio. Eso sí, si vas a viajar y tienes previstas caminatas, asegúrate de llevar el calzado adecuado.
El agua es la mayor ventaja que nos aportan los meses de verano, ya que nos permite contar con ese contraste de temperatura que va tan bien a nuestras piernas casadas. En invierno es más complicado, pero ¿Quién dice que no a un paseo por la playa durante estos meses cálidos? Ese cambio de temperatura, además de la leve resistencia al agua, son el alivio que nuestras piernas necesitan.
Además, es fundamental dar a nuestro cuerpo ese plus de hidratación para evitar la retención de líquidos. De hecho, aunque no tengas problemas de piernas cansadas, recuerda que es fundamental hidratarse de forma correcta durante el verano.
La ropa es otro de esos factores que puede contribuir a que nuestras piernas lleguen cansadas al final el día y necesitemos ponerlas en alto, por eso es recomendable llevar prendas ligeras y fresquitas, que no ejerzan ningún tipo de presión sobre nuestra piel. La ropa ajustada no es precisamente amiga de las piernas cansadas.
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