¿Por qué comemos tanto trigo? ¿Tiene algo que ver con el aumento de casos de celiaquía?

Consumimos trigo en exceso, sobre todo en países como España, donde forma parte de la base de nuestra alimentación diaria. El pan, la pasta o la repostería tradicional están muy presentes en la mesa, y eso hace que, sin darnos cuenta, nuestra ingesta de trigo y de gluten de trigo sea muy elevada.

Sin embargo, esta situación no se da por igual en todo el mundo. En Asia, por ejemplo, predomina el arroz; en Sudamérica, alimentos como la quinoa, el maíz o la yuca tienen mayor protagonismo. En comparación, nuestra dependencia del trigo como principal fuente de carbohidratos ha hecho que aumente el consumo de gluten, y con él, también los casos de enfermedades relacionadas, como la celiaquía o la sensibilidad al gluten no celíaca.

De hecho, estudios recientes apuntan a que en regiones donde el gluten no es tan común en la dieta, la incidencia de estos trastornos es mucho menor. Parece lógico pensar que hay una relación entre el alto consumo de trigo y la aparición de estas condiciones.

Por qué comemos tanto trigo

Pero… ¿qué es exactamente el gluten y qué ocurre en nuestro cuerpo?

El trigo está compuesto, en parte, por proteínas. De todas ellas, entre un 75 y un 80 % corresponde al gluten, una combinación de gliadinas y gluteninas. La digestión de la gliadina no siempre es sencilla: muchas veces no conseguimos descomponerla del todo, ni siquiera las personas sanas.

Esto puede tener consecuencias. Ciertos fragmentos de gliadina pueden alterar la permeabilidad intestinal, permitiendo que sustancias que normalmente se eliminarían acaben pasando al torrente sanguíneo. Al ser reconocidas como “extrañas”, el sistema inmunitario responde generando inflamación.

Aunque esta reacción no es peligrosa para la mayoría, sí puede ser molesta para algunas personas sensibles. Por eso, más allá de si somos celíacos o no, puede ser interesante moderar el consumo de gluten de trigo y diversificar nuestras fuentes de carbohidratos. Según el modelo de “El Plato de Harvard”, solo un cuarto del plato debe ser hidratos de carbono, lo que nos permite incluir otras opciones como tubérculos, legumbres o cereales distintos al trigo.

¿Y cómo podemos tomar trigo de forma más saludable?

No todo el pan es igual

Si te gusta el pan (como a casi todos), elige versiones más saludables: mejor si es artesanal, con fermentaciones largas, como el pan de masa madre. Estos panes suelen ser más digeribles y menos agresivos para el intestino. Si además son integrales y ecológicos, mejor todavía: aportan más nutrientes y evitan la exposición a pesticidas.

Trigos antiguos, una alternativa interesante

Variedades como el trigo xeixa o la espelta se digieren mejor que el trigo moderno. Contienen menos gliadina y una composición proteica diferente que algunas personas toleran mejor. Eso sí, siguen teniendo gluten, por lo que no son aptos para personas con celiaquía.

¿Por qué elegir trigo ecológico?

La forma en la que se cultiva el trigo también importa. En la agricultura convencional se utilizan pesticidas como el glifosato, que pueden tener efectos negativos en la salud. En España, este producto aún se usa para facilitar la recolección. Al escoger trigo ecológico, reducimos nuestra exposición a estas sustancias y protegemos nuestra microbiota intestinal.

El valor de la fermentación lenta

El pan de masa madre, además de tener mejor sabor y textura, es más fácil de digerir. Durante su fermentación, las bacterias y levaduras descomponen parte del gluten (incluida la gliadina), lo que puede hacer que este tipo de pan sea más tolerado por personas con sensibilidad leve al gluten. Además, los compuestos que se generan durante este proceso pueden favorecer la salud intestinal.

En resumen

Nuestra dieta incluye mucho más trigo del que pensamos, y con él, una gran cantidad de gluten. Aunque no todo el mundo reacciona mal, cada vez hay más personas que experimentan molestias digestivas relacionadas con el gluten de trigo.

La buena noticia es que no se trata de eliminar el trigo por completo, sino de hacer elecciones más conscientes: diversificar los hidratos de carbono que consumimos, dar protagonismo a alimentos menos procesados, elegir panes de masa madre, variedades de trigo antiguo y, siempre que sea posible, productos de cultivo ecológico.

En Palasiet apostamos por una alimentación saludable, respetuosa con el cuerpo y con el entorno. Pequeños cambios como estos pueden marcar una gran diferencia en nuestro bienestar.

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